Biografía
Francisco de Zurbarán nace en el año de 1598 en el pueblo pacense de Fuente de Cantos, hijo de un mercero que le enviará antes de cumplir veinte años a Sevilla, a estudiar con el pintor Pedro Díaz de Villanueva. Una vez completado su aprendizaje, que no durará mucho, Zurbarán regresará a su Extremadura natal, a la localidad de Llerena, donde contraerá matrimonio por dos veces y se establecerá, hasta la fecha de 1626 en que es reclamado a Sevilla para llevar a cabo la ejecución de un importante encargo.

La orden de los Dominicos deseaba una serie de cuadros acerca de la vida monástica para su convento de San Pablo, convirtiéndose la buena realización de los mismos en el detonante para la consecución de otro encargo más, proveniente en este caso del convento de la Merced en 1628, transmitiendo el Ayuntamiento de Sevilla al pintor, un año más tarde, su deseo de que se instalara de forma definitiva en la ciudad, siendo aceptada la propuesta por éste.
Lo cierto es que Zurbarán gozó de fama en su época, algo que propició que nunca le faltaran los encargos, en mayor o menor medida, los cuales se sucedieron a lo largo de los años en forma de peticiones de grandes series pictóricas por parte de diversas órdenes religiosas (Jerónimos, Cartujos…), aunque también llegará a enfrentarse al tema mitológico durante la breve estancia que pase en Madrid participando en la decoración del Palacio del Buen Retiro, no saliendo demasiado airoso de esta prueba, y al género del bodegón, del que se revelará maestro.
Hacia la mitad de su vida la desgracia le alcanzó en la forma de la defunción de su segunda esposa (tras lo que se volvió a casar), una disminución de trabajo y el sufrimiento de la peste de 1649, que se llevará a uno de sus hijos, Juan el pintor.
Además, con el paso de los años Francisco habrá de ser testigo de cómo el nuevo estilo de un cada vez más apreciado Murillo se va imponiendo poco a poco, en detrimento de su propia elección. Finalmente decidirá partir de nuevo a Madrid a la vera de su amigo Velázquez, instalándose de forma definitiva hasta su muerte en esta ciudad, casi una década después y rodeado de estrecheces económicas, en el año de 1664.
Obras
Aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco
Colección privada. Cortesía Galería Coatalem, París.

literaria que le fue propuesta para crear una escena de la que no había precedente iconográfico alguno. El joven santo viste un amplio manto marrón con pesados pliegues y utiliza como modelo al mismo personaje de la Aparición del apóstol san Pedro a san Pedro Nolasco del Museo del Prado, pero con aspecto más juvenil. Posiblemente, se trata de Sebastián de Zurbarán, sobrino del pintor, que ingresó siendo aún adolescente en el convento de la Merced de Sevilla, donde profesó a los 17 años, en 1630.
San Serapio, 1628

blanco de la Merced. Como un Cristo crucificado, la cabeza del ajusticiado cae sobre su hombro derecho con una logradísima expresión de abandono, de aceptación y de serenidad. Zurbarán consigue aquí reflejar con una rigurosa precisión anatómica y un increíble verismo al fraile mercedario a punto de morir, con sus ojos cerrados y su boca entreabierta. Llama poderosamente la atención la intensa expresión del humilde mártir que ha cumplido por fin su misión terrenal.
Bodegón con cacharros, c. 1650-1655
En el siglo XVII la pintura de bodegones experimenta un importante auge en Espana. Considerado un género menor frente a la pintura religiosa, llama la atención de numerosos artistas, que se expresan de manera más libre en estas obras para clientes privados. Zurbarán no fue una excepción y, a pesar de que la mayoría de su obra es de temática religiosa, nos ha dejado algunos bodegones como este cuadro, del que existen dos ejemplares, este que se expone aquí y otro unos centímetros mayor (48 x 84 cm) propiedad del Museo del Prado. Lo que más llama la atención de este bodegón es la sobriedad y austeridad de la composición y de los elementos elegidos. Resulta extremadamente original que Zurbarán no haya pintado frutas, flores o algún tipo de vianda.
San Hugo en el refectorio de los Cartujos
Cuando Zurbarán llegó a Sevillla en 1629, el gremio de pintores, encabezado por Alonso Cano, le exigió pasar el examen necesario para poder ejercer. Sin embargo, la protección del cabildo sevillano le eximió de realizarlo. Su estilo, relacionado con el Naturalismo tenebrista y un tratamiento del tema acorde con los postulados contrarreformistas, que pedían escenas fácilmente comprensibles para los fieles, le garantizaron el éxito en la ciudad. San Hugo en el refectorio pertenecía a una serie monástica, un encargo propio del Barroco sevillano. La escena refleja un milagro

Aparición de San Pedro Apóstol a San Pedro Nolasco
Zurbarán es el pintor que mejor sabe interpretar el Naturalismo en España, sin olvidar la etapa sevillana de Velázquez. El estilo naturalista se impondrá en Sevilla en los primeros 50 años del Barroco, de ahí el increíble éxito alcanzado por Zurbarán en la capital andaluza, llegando a ser invitado a instalarse en la ciudad por el cabildo municipal, lo que levantó los recelos de Alonso Cano al no haber superado Zurbarán el examen exigido para ser pintor independiente. El gesto de Cano no deja de ser una muestra de envidia ante el pintor que ha triunfado. Esta Aparición formaba parte de una serie de 32 cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco, encargada a Zurbarán por los frailes del convento de la Merced Calzada de Sevilla. Por toda la serie cobraría 1.500 ducados, importante cantidad que debería repartir con sus

Vídeos
Enlaces
Presentación: https://es.slideshare.net/dianagobitz/francisco-de-zurbaran-40371054, https://es.slideshare.net/NoeliaRuiz13/francisco-de-zurbaran-15115701
http://www.elcultural.com/noticias/arte/Las-diez-obras-estrella-de-Zurbaran/7867
http://www.arteespana.com/zurbaran.htm
http://www.artehistoria.com/v2/obras/1489.htm