
A estos musulmanes se les permitió seguir practicando el Islam, utilizar su lengua y mantener sus costumbres. Se solía organizar en comunidades denominadas Morerías o Alhamas. Con distintos grados de auto gobierno, según las condiciones de rendición o de subordinación. Con el transcurso del tiempo las condiciones de convivencia y tolerancia hacia los musulmanes en las zonas cristianas se hicieron más duras, restringiéndose los contactos sociales y económicos entre comunidades.
En el caso de Andalucía los musulmanes que permanecieron fueron una cantidad reducida, aunque una parte significativa se dedicaba a labores relacionadas con la construcción donde se da un nuevo tipo de material, el ladrillo y una nueva decoración supuesta a elementos constructivos cristianos y musulmanes.


Los principales ejemplos son los Reales Alcazares de Sevilla y las iglesias parroquiales de las zonas de Córdoba y Sevilla que combinan elementos de raíz Andalusí con otros propios de la arquitectura románica y gótica. Más tarde la catedral de Sevilla, el templo gótico más grande del mundo, marcó la pauta para otros edificios como la Iglesia de Santa María y la de Las Covachas de Sanlucas de Barrameda.
En Granada son fundamentales la capilla real y la catedral.
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