viernes, 31 de marzo de 2017

Alhambra de Granada

«Soy corona en la frente de mi puerta:
envidia al Occidente en mí el Oriente.
Al-Gani billah* mándame que aprisa
paso dé a la victoria apenas llame.
Siempre estoy esperando ver el rostro
del rey, alba que muestra el horizonte.
¡A sus obras Dios haga tan hermosas
como son su temple y su figura»

(*) Al-Gani billah: El vencedor por Dios: Sobrenombre tomado por Mohamed V tras la victoria de Algeciras en 1369.

Localización

La Alhambra es una ciudad palatina andalusí situada en Granada, en la comunidad autónoma de Andalucía, España. Consiste en un conjunto de palacios, jardines y fortaleza que albergaba una verdadera ciudadela dentro de la propia ciudad de Granada, que servía como alojamiento al monarca y a la corte del Reino nazarí de Granada.


                                Historia

El nombre Alhambra tiene sus orígenes en una palabra árabe que significa "castillo rojo o bermellón", debido quizás al tono de color de las torres y muros que rodean completamente la colina de La Sabica, que bajo la luz de las estrellas es de color plateado, pero bajo la luz del sol adquiere un tono dorado. Aunque existe una explicación más poética, narrada por los cronistas
musulmanes que hablan de la construcción de la Alhambra "bajo la luz de las antorchas". Creada originalmente con propósitos militares, la Alhambra era una alcazaba (fortín), un alcázar (palacio) y una pequeña medina (ciudad), todo al mismo tiempo. Este triple carácter nos ayuda a comprender las numerosas características de éste monumento.

  • SIGLO IX - XII: Los árabes respetaron las ciudades y vías romanas ampliándolas y añadiéndole nuevas fundaciones. En el siglo IX existen noticias de construcciones en la colina de la Sabika, donde posteriormente se levantará la Alhambra, aunque se cree que ya en época romana e incluso antes debió haber alguna edificación. Tras la guerra civil que sucedió al Califato de Córdoba (1031), la capital de la hasta entonces provincia granadina, se traslada de Elvira a Granada, con el Reino de Taifa granadino de los Ziríes. Estos establecen su corte en la Alcazaba Cadima o Vieja, situada en el barrio del Albaicín.   A sus faldas existía un núcleo de población importante, fundamentalmente judía, en torno al cual se produce el desarrollo de la ciudad de Granada. El primer ministro Samuel ibn Nagrella, reconstruye las abandonadas edificaciones de la colina de la Sabika e instala en ella su Palacio. En el siglo XII, las sucesivas oleadas de Almorávides y Almohades, ocasionan en Granada diversas luchas que tienen como escenario la Alcazaba del Albaicín y las construcciones que existían en la colina de la Sabika, sirviendo ésta de refugio unas veces a los partidarios locales andalusíes y otras a los invasores norte africanos.
  • SIGLO XIII-XV: Al-Ahmar, fundador de la Dinastía nazarí, se instala en 1238 en la Antigua Alcazaba del Albaicín, llamándole la atención las ruinas de la colina de la Alhambra. Decide así iniciar su reconstrucción e instalar en ella la sede de la corte, comenzando la edificación de la Alhambra que hoy conocemos. La Alhambra fue palacio, ciudadela y fortaleza, residencia de los sultanes nazaríes y de los altos funcionarios, servidores de la corte y de soldados de élite; alcanza su esplendor en la segunda mitad del siglo XIV, coincidiendo con los sultanatos de Yusuf I (1333-1354) y el segundo reinado de Muhammad V (1362-1391). Granada, capital del reino nazarí, va recibiendo paulatinamente poblaciones musulmanas a causa del avance de la conquista cristiana. La ciudad va creciendo, modificándose, creando nuevos barrios y ampliando las cercas y murallas prácticamente hasta su conquista al final del siglo XV.
  • SIGLO XVI-XVIII: Después de 1492, la Alhambra quedó establecida como Casa Real con jurisdicción exenta a cargo del Conde de Tendilla. Los Reyes Católicos ordenaron intensas reparaciones sirviéndose en gran medida de artesanos moriscos. El Emperador Carlos V decide, en 1526, la construcción del palacio que lleva su nombre, junto a otras construcciones muy significativas de gusto
    renacentista romano. La casa de Austria continuó desde Felipe II (1556-1598) y sus sucesores al cargo de la conservación de la Alhambra, admirada por humanistas y artistas como Andrea Navaggiero (1524), embajador de Venecia en la Corte de Carlos V.                 En las primeras décadas del siglo XVIII, Felipe V (1700-1746) desposee de la alcaldía al Marqués de Mondéjar, heredero del Conde de Tendilla, comenzando una etapa de abandono prácticamente hasta el reinado de Carlos IV (1788-1808).
  • DEL SIGLO XIX A NUESTROS DÍAS: La ocupación napoleónica supuso un episodio negativo para la Alhambra, por la voladura producida en 1812, al retirarse el ejército francés. Sólo el arrojo de un soldado español pudo evitar casi su total destrucción. A una etapa de reivindicaciones acerca del estado del monumento, secundadas activamente por Washington Irving (1783-1859) se suma un creciente interés de la sociedad por los  jardines  de la Alhambra y el
    orientalismo que evoca en el imaginario romántico, muy bien reflejado en las artes plásticas del momento.       Con la revolución de 1868 la Alhambra queda desligada de la Corona y pasa al dominio del Estado, declarándose en 1870 “monumento nacional”. Con la entrada del siglo XX, el cuidado de la Alhambra se confía a una Comisión (1905), sustituida en 1913 por un Patronato que en 1915 pasa a depender de la Dirección General de Bellas Artes. En 1944 se crea un nuevo Patronato que se mantiene hasta el traspaso a la Comunidad Autónoma de Andalucía de las funciones y servicios del Estado en materia de cultura.
Partes

Palacio del Generalife


El Generalife o «jardín del arquitecto» debió ser la finca más destacada de las que se extendían por los aledaños de la Alhambra. Trono de la Alhambra la llama Ibn Zamrak, el gran poeta en la Granada de Mohamed V. La primera referencia sobre ella aparece en la Ihata de Ibn al-Jatib, el cual la incluye entre las diecisiete huertas pertenecientes al Patrimonio Real, destacando de ella la frondosidad de sus árboles, que no dejaban penetrar los rayos del sol, y el encanto y frescor de sus aguas y aire fresco.

Obra del segundo sultán de la dinastía nazarí, Muhammad II (1273-1302), reformado por Ismael I en 1319. situado al pie de una elevación, conocida por Cerro del Sol, está separada de la Alhambra por un barranco, y aunque su actual visita queda unida a la de la Alhambra, en realidad constituye un conjunto totalmente independiente. 

Concebida a la vez como jardín y huerta en una organización típicamente musulmana, su emplazamiento al Norte de la Alhambra y frente a la vega granadina es otro exponente de la fusión con la naturaleza que presidió las construcciones en la Granada andalusí. Por ello el palacio, emplazado en ladera y en el centro de la finca, responde a la descripción de vivienda de carácter agrícola que Ibn Luyun hace en su Tratado de Agricultura. 

Las cuatro huertas identificadas, de las que al menos una continúa hoy en explotación, son las denominadas Colorada, Grande, Fuentepeña y de la Mercería, que aunque con nombres cristianos debieron corresponder, agrandes rasgos, a las medievales. Estas huertas se extendían en paratas a diversos niveles por debajo del Palacio, que presidía majestuoso toda la extensión, y del que su mirador del Patio de la Acequia era sin duda la joya más destacada. Las huertas alcanzan hasta la Cuesta de los Chinos, que forma una vaguada entre ellas y las estribaciones de la Alhambra, y están todas delimitadas por muros de contención y de separación, alguno de los cuales puede todavía distinguirse. 

Tuvo el Generalife en la Edad Media de Al-Andalus al menos dos puertas exteriores. Una, en la Cuesta de los Chinos, que enlazaba con la fortaleza de la Alhambra. La otra puerta exterior estuvo situada en el lugar conocido
modernamente como la Mimbre. Esta entrada ha sufrido numerosas transformaciones, la principal de ellas la creación de un amplio Paseo de Cipreses, reformado en 1862 para la visita de la reina Isabel II.

La construcción más emblemática del conjunto es el Patio de la Acequia. Se trata de un recinto alargado atravesado en su eje mayor por la canalización de la Acequia Real que lo convierte en un patio de crucero, pues en su eje aparecieron en 1959 los restos de una pequeña glorieta central y del jardín original, que estaba dividido en cuatro parterres octogonales, aun nivel inferior de los paseos. En los muros que canalizan la Acequia han quedado doce caños de los que siete conservan elementos nazaríes para el riego, todo ello modernizado en el siglo XIX con los surtidores cruzados que tanto han popularizado el jardín.

 Desde la Sala Regia, por una puerta y escalera abiertas en su costado en época cristiana, se accede a otras dependencias del Palacio; a partir de aquí todo está muy modificado.

Se pasa al Patio del Ciprés de la Sultana, escenario de imaginarias leyendas amorosas, que tienen un carácter muy diferente al hispanomusulmán. Una fuente, rodeada por una alberca en forma de «U», provista de surtidores, de época barroca, centra el Patio al que abre una galería a modo de cenador con planta superior, construida entre 1584 y 1586. 

Al otro extremo, por la llamada Puerta de los Leones y subiendo una empinada escalera, accedemos a los Jardines Altos del Palacio, también muy modificados al gusto occidental.

Jardines

El jardín es una aspiración del hombre que podemos encontrar a lo largo de todas las épocas y de todas las civilizaciones. El jardín árabe manifiesta el anhelo por el Paraíso mahometano. La vida del musulmán está ligada a la idea que tiene del paraíso, imaginado como un jardín, un lugar de delicias y placeres donde podrá alcanzar la completa satisfacción de sus anhelos Por lo tanto, el jardín hispanoárabe se envuelve de todo aquello que le puede proporcionar
placer a los cinco sentidos del hombre: para la vista, el color, la luz y la sombra; para el olfato, las plantas aromáticas o el dulce perfume de las flores; para el oído, el murmullo del agua; para el tacto, las distintas texturas de los materiales, y para el gusto, el sabor de los frutos. Todo el jardín está envuelto en un clima de sensualidad. 

El agua asegura a la vegetación una lujuriante exuberancia y constituye el elemento decorativo de mayor evidencia, apareciendo en fuentes, pilas, surtidores y sabios artilugios que la hacen vibrar en ondas o reflejos de luz. 

El Jardín de Daraxa remozado en el siglo XVI, es el que mejor responde a la idea de jardín cerrado como lugar de encantos y delicias. Tiene el marcado y sobrio estilo de los patios toledanos, con su galería tan castellana, de postes y zapatas. Es un trapecio irregular que en dos de los lados se apoya en el gran
palacio de Carlos V, y en los otros dos está cerrado por un pórtico. El centro está ocupado por una hermosa fuente renacentista; seis arriates bordeados con densos setos de boj, cada uno ocupado por cipreses y naranjos, hacen de corona de la fuente y forman una masa compacta y oscura que hace más paradisíaco el efecto del agua del surtidor.

El estanque del Partal refleja en sus quietas aguas dos leones de mármol. Este estanque con su jardín presenta un bello pabellón cuya fachada se refleja en el

estanque. Es una arquitectura totalmente abierta, donde sobresalen las techumbres de madera y los azulejos de la estancia interior.

Patios

El Patio de los Arrayanes o Patio de Comares. Levantado en parte sobre edificaciones anteriores, se llevo a cabo bajo el sultanato de Yusuf I (1333-1354); con su extremada sencillez, ofrece un ejemplo completo del ambiente típicamente árabe, concebido como síntesis de arquitectura y jardín, aunque los elementos arquitectónicos sean preponderantes. Ocupa una superficie de 36,60x23,50 metros, flanqueada en los lados mayores por dos edificios de altura modesta, y limitada en los otros dos lados por pórticos de una elegante pureza, de los cuales el situado hacia el norte está dominado por la masa maciza de la
torre de Comares. Una lámina rectangular de agua, solada de mármol, flanqueada por setos de arrayán, de los que sobresalen naranjos, dirige la vista del extasiado visitante hacia el pabellón real, donde se encontraba el trono del monarca. El ambiente que, por ejemplo Boabdil disfrutaba era: la vista del firmamento, simbolizado en la decoración polícroma de la cúpula que coronaba su trono, y la visión del rico paisaje, presente a través de los huecos laterales de su pabellón; a sus pies, la serenidad de la alberca
dispuesta como un espejo de agua, con los reflejos del azul del cielo y del verde relajante del mirto o arrayán; a lo largo de las paredes del patio, una delicada decoración geométrica, inspirada en imágenes naturales.

Hay en el Patio de Comares o de los Arrayanes una felicísima armonía entre la arquitectura, el agua y la vegetación. Es precisamente esta armonía uno de los pilares de todo buen jardín, de esta forma lo convertimos en un pequeño paraíso de los sentidos.

El Patio de los Leones, mandado construir por Muhammad V en el siglo XIV, recibe su nombre de la célebre fuente con pila de mármol, sostenida por doce leones, que se levantan en el centro. La taza de esta fuente tiene una bella inscripción árabe ensalzando el jardín que entonces existía en este hermoso lugar: El agua que al rebosar parece brillantes perlas y líquida plata. Nos vienen a la memoria los cuentos de Las Mil y Una Noches, los Cuentos de la Alhambra, y las notas de la guitarra del maestro Andrés Segovia. Este patio está organizado a base de un patio central, de planta rectangular de 28,50x15,70 metros de lado. Rodean galerías sus cuatro lados y tiene sendas y grandes salas de recepción y estancias abiertas a los lados menores. Triunfan en el patio de los Leones los mocárabes, que invaden capiteles, arcos, frisos y bóvedas. Era la parte más íntima y reservada de la Casa Real de la Alhambra, donde se desarrollaría la vida íntima de los reyes.

El Patio de los Leones era, sin duda, uno de los jardines de la Alhambra lleno de
vegetación, elevándose en su centro la fuente. Las aguas que corren por sus estrechos canalillos de mármol para penetrar en las habitaciones a los surtidores regarían los pies de estas plantas. El agua, más aquí que en ningún otro patio de la Alhambra, es fuente de vida y símbolo.

La disposición característica del Patio de los Leones dividido por los dos ejes se inspira en la arquitectura persa. Con sus canales en ángulo recto, sus fuentes, los ríos del Corán, y sus pabellones, el jardín ortogonal representa el orden perfecto del mundo, es decir, el Edén original o Paraíso.

El Patio de la Reja corresponde en realidad a las reformas llevadas a cabo en tiempos del emperador Carlos V; la vegetación queda reducida a la presencia de cuatro hermosos cipreses que se elevan desde un plano pavimentado con
mosaico rústico de guijarros, adornado con una pequeña pila octogonal en el centro del patio. Una logia de madera en dos plantas, desde donde la mirada puede extenderse hacia el paisaje constituye otro elemento compositivo de este patio.

El Patio de Lindaraja, clausurado por la construcción de las habitaciones en que se estableció la residencia del Emperador Carlos V, y que posteriormente habían de ser habitadas por Washington Irving durante una temporada en los apartamentos que ocuparon Felipe V e Isabel de Farnesio sobre este patio. Este
jardín guarda su ambiente sombrío y austero. El conjunto asimétrico de los cipreses y el resto del arbolado que predomina en la planta del patio, sobre los pórticos circundantes y la fuente, constituye un tamiz para la luz, adquiriendo ese recatado carácter de intimidad, que se acentúa por en murmullo misterioso del surtidor.

Sala de los Reyes 


Esta sala se la denomina de los Reyes por el tema de una pintura que podemos observar en la cúpula central y de la que hablaremos con posterioridad. También se la llamó de la Justicia y del Tribunal a partir del siglo XVIII.

Se accede a ella desde la cabecera del Patio de los Leones por tres pórticos con arcos triples de mocárabes y decorados con rombos calados, sostenidos por finas columnas. Por su disposición, la sala queda dividida en siete partes: tres habitaciones cuadradas, separadas por dos tramos rectangulares y alcobas en los extremos. En las habitaciones cuadradas se observan cúpulas de mocárabes y se accede a los tramos rectangulares que las separan a través de arcos dobles, tramos que también poseen bóvedas de mocárabes, al igual que las alcobas. Toda esta distribución y decorados realzan la luz que penetra en la sala, en la que se contrasta la pesadez de los arcos con la delicada ornamentación de sus muros, compuesta por inscripciones, así como por un zócalo de alicatados que rodeaba la sala, del que sólo quedan dos fragmentos originales.

Las pinturas que presenta la sala se encuentran en tres cúpulas de madera en forma de elipse, y forradas de cuero. La pintura del centro representa a los diez primeros reyes de la dinastía nazarí (salvo los usurpadores Ismail I y Mohamed VI, el Bermejo). Las de las bóvedas laterales nos muestran escenas caballerescas (de caza principalmente) y románticas, y posiblemente cuentan leyendas o aventuras de reyes musulmanes. A pesar de esto, las pinturas son claramente cristianas, lo que queda patente en la representación de temas musulmanes, mucho más torpe e imprecisa que la de los cristianos. Según las pistas que nos da la pintura de los reyes, podrían corresponder a los reinados de Mohamed VII (1395-1410) o de Yusuf III (1410-1424).

Arte

La arquitectura nazarí constituye el final de una época de esplendor que comenzó en la Córdoba de los Omeyas en el siglo VIII. Esta arquitectura no se vería muy influenciada por los arquitectos que desarrollaron la mezquita cordobesa, muy anterior a la Alhambra, aunque sí presenta algunos de los elementos típicos de la arquitectura andalusí, como el arco de herradura con alfiz (marco amplio cuadrado en el que se envuelve al arco), las albanegas (enjuta de arco de forma triangular), además de elementos propios como el capitel de las columnas de la Alhambra.

La mayor preocupación de los arquitectos de la Alhambra era cubrir decorativamente cada espacio, por pequeño que fuese. Cualquier elemento decorativo resultaba escaso. La mayoría de los arcos interiores son falsos, no sustentan ninguna estructura, simplemente decoran, las paredes están recubiertas de cerámica o yeserías, hemosísimas y muy ricas, las cubiertas presentan armazones de madera labrados de manera exquisita, etc.

A pesar de tener prohibido el arte musulmán la representación de figuras, los temas de decoración en la Alhambra son muy variados. Se utiliza la clásica decoración caligráfica, en concreto escritura cursiva y cúfica, en la que se pueden leer, además de las palabras de Zawi ben Zirí (fundador de la dinastía nazarí): «sólo Dios es vencedor», poemas de distintos poetas de la corte.

El elemento decorativo más utilizado por los arquitectos granadinos será el
ataurique, o decoración vegetal, y, en menor medida, la lacería y las redes de rombos.

En la Alhambra se emplea un tipo de columna propio que no aparece en ninguna otra construcción. Es una columna de fuste cilíndrico muy fino, con una base que presenta una gran moldura cóncava, y adornada por anillos en su parte superior. El capitel, dividido en dos cuerpos, presenta en el primero, en forma de cilindro, una decoración muy sencilla y sobre él un prisma con los ángulos de la base redondeados, decorado de ataurique.                                                                        Uno de los elementos decorativos más impresionantes utilizados en la Alhambra es la bóveda de mocárabe, que está compuesta por celdillas o alvéolos superpuestos, destacando por su utilización la Sala de los Abencerrajes y la Sala de las Dos Hermanas.

Poemas epigráficos

Los muros de la Alhambra está llenos de decoración caligráfica, escrituras cursivas y cúficas en las que no sólo podemos leer «sólo Dios es vencedor» (frase que se le adjudica a Zawi ben Zirí, fundador de la dinastía nazarí), sino poemas realizados por tres poetas de la Corte de Granada, Ibn al-Yayyab (1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1393), que fueron secretarios de la cancillería real y primeros ministros. De entre ellos Ibn Zamrak es considerado como el más brillante de los poetas de la Alhambra.

Un ejemplo de poemas son:

«Taca en la puerta del salón más feliz
para servir a Su Alteza en el mirador.
¡Por Dios, qué bella es alzada
a la diestra del rey incomparable!
Cuando en ella aparecen los vasos de agua,
son como doncellas subidas a lo alto.
Regocíjate con Ismail, por quien
Dios te ha honrado y hecho feliz.
¡Subsista por él el Islam con fortaleza
tan poderosa, que sea la defensa del trono!»

«Bendito sea Aquél que otorgó al imán Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!»

Leyendas 
 El Suspiro del Moro 


En el año de 1492 los Reyes Católicos conquistaron el reino de Granada. Cuenta la leyenda que, tras entregar el rey Boabdil las llaves de la ciudad a los reyes de Castilla y Aragón, cuando alcanzaba la colina así conocida, se volvió por fin y, suspirando, rompió a llorar, momento en que su madre le

dijo: “Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre”



 El Soldado Encantado

Cuentan de un estudiante salmantino que, llegado a Granada con el fin de recavar fondos para sufragar sus estudios, reparó en un anacrónico soldado, vestido con armadura y portando una lanza. Acercóse a preguntarle y éste le respondió que penaba desde 300 años ya por una maldición, lanzada por un alfaquí musulmán, que le conjuró a custodiar por toda la eternidad el tesoro de Boabdil, otorgándole licencia para salir de la estancia del botín sólo una vez cada cien años. El estudiante, interesado en su problema, y avisado de las riquezas que podría hallar en el escondrijo, le ofreció su ayuda. Debía buscar una joven cristiana y un sacerdote en ayuno para deshacer el hechizo. El joven consiguió a la primera sin esfuerzo, pero el único cura que estuvo dispuesto a acompañarle estaba aquejado de gula impenitente. A mitad de conjuro, el clérigo se abalanzó sobre los manjares que estaban preparados para el final del sortilegio, rompiendo la tregua del hechizo, y dejando dentro, de nuevo y para siempre, al soldado encantado.

Si quieres leer más leyendas sobre la Alhambra o Granada visita esta página: http://www.revistaiberica.com/ocho-leyendas-de-la-alhambra/

Vídeos



Enlaces 

Página oficial: https://www.alhambradegranada.org/

Presentaciones: https://es.slideshare.net/guiasyinfos/alhambra-granada-presentacion https://es.slideshare.net/amparish39/alhambra-presentacin-pdf

http://www.alhambra-patronato.es/

http://www.granadatur.com/la-alhambra/

Curiosidadeshttp://www.alhambra-patronato.es/index.php/Sabias-que/1505/0/

MISTERIOShttp://www.elviajerofisgon.com/magazine/los-8-misterios-de-la-alhambra-que-desconocias/

https://www.alhambradegranada.org/es/info/introduccionhistorica.asp

http://www.esp.andalucia.com/ciudades/granada/historia-de-alhambra.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario